En este comienzo de siglo XXI, los ciudadanos son conscientes de que el mundo se encuentra confrontado, ya desde fines del siglo pasado, a una creciente serie de desafíos y problemas que las instituciones actuales son ampliamente incapaces de afrontar y resolver. Esta constatación ha ido afirmándose a lo largo de los últimos treinta años a través de una seguidilla de crisis de todo tipo que fue demostrando cada vez más la incapacidad colectiva para aprehender la realidad del momento y más aún para preparar el futuro. Los ciudadanos comprueban que el bello ideal de la libertad pregonado por los aduladores del poder absoluto de los mercados no es más que una fachada hábilmente instalada para disimular el altar de la avidez. En 2011, la catástrofe nuclear de Fukushima volvió a poner sobre la mesa los peligros de las elecciones que se hacen en materia energética, mientras que la Primavera Árabe hace oscilar las placas tectónicas de una región que se suponía políticamente estática. Pero estos maremotos geológicos y geopolíticos demuestran rápidamente hasta qué punto el déficit de preparación para responder colectivamente a tales acontecimientos limita la capacidad para frenar la espiral de violencia en algunos de los países involucrados. Después de Ruanda, el Congo, Irak, Afganistán, Libia y sobre todo Siria se suman a la creciente lista de estas guerras que, sin embargo, habíamos jurado abolir para siempre.
Al mismo tiempo, mientras que los científicos aportan cada día pruebas alarmantes de la aceleración de la degradación del medioambiente, las grandes conferencias como la de Copenhague (2009) o Río (2012) desembocan invariablemente en declaraciones que ilustran la falta de capacidad y de voluntad política individual y colectiva de los Estados para tratar verdaderamente el problema. Por su parte, movimientos como los Indignados u Occupy Wall Street y otras manifestaciones de este tipo muestran la creciente brecha que opone a gobiernos y movilizaciones ciudadanas. Mientras que los primeros se atrincheran en sus atavismos políticos y demuestran su incapacidad para actuar como motor del cambio, los segundos logran, con la explosión de las redes sociales (facebook, twitter), mantener la llama de la resistencia, aunque encuentren grandes dificultades para tener peso concreto sobre el curso de los acontecimientos.
Mientras el mundo experimenta estas transformaciones profundas, el Foro por una Nueva Gobernanza Mundial trata de aprehender y analizar esos cambios teniendo como eje, como hilo de Ariadna, la convicción de que las respuestas a las crisis en curso deben ser aportadas por los ciudadanos mismos.
Esa voluntad de comprender y aprehender el mundo actual y el del futuro, en sus múltiples facetas, es la que dio nacimiento a esta idea de Diccionario del Poder Mundial, en un momento en que el poder justamente ya no es sólo la acumulación de poderes nacionales o incluso internacionales sino “algo más” que, precisamente, tratamos de identificar, caracterizar y analizar. Dentro de esta perspectiva, el formato de un diccionario nos pareció el medio ideal para abordar un tema de esa índole. Además del espacio significativo que contiene, es un formato que presenta la ventaja de dejar que el autor, y luego el lector, viajen por los meandros de nuestra historia en devenir. Además, permite idas y vueltas constantes entre el pasado, el presente y el futuro y brinda un buen margen de maniobra para pasar de un tema a otro. Esta lectura transversal de la complejidad del mundo permite escapar de los marcos dogmáticos y abre las perspectivas de una navegación hacia horizontes cargados de imaginarios creativos y participativos.
Un libro de esta índole no puede ser exhaustivo ni pretendemos que lo sea. Nuestro deseo en cambio ha sido el de tratar tantos temas como fuera posible relacionados con la dinámica del poder y de la gobernanza en su configuración “mundial” o “global”. A partir de allí, los temas ofrecidos varían sensiblemente, abarcando desde la Mundialización hasta la Gobernanza del Espacio, desde China hasta el Derecho Internacional, desde la Economía Mundial hasta el Resentimiento. El lector encontrará temas clásicos, como los de la Guerra y la Paz, pero también podrá sorprenderse al ver entradas como Poesía o Fútbol. Finalmente, a través de sus 108 entradas, esperamos simplemente brindar un retrato lo más completo posible de nuestro mundo “geopolítico” actual, un mundo que de aquí en adelante se conjugará de modo colectivo, con todas las ramificaciones y consecuencias que eso pueda implicar.
Dicho mundo evidentemente no es estático ni se formó en una campana de cristal. Es por ello que el libro reserva un buen lugar para la historia y otro tanto para la prospectiva. Esa misma visión nos llevó también a yuxtaponer las prácticas y las teorías que a menudo las sustentan de modo subyacente. Algunas entradas están dedicadas a individuos y a algunos acontecimientos notables, pero de un modo general hemos preferido limitar la cantidad de artículos biográficos o puramente históricos y privilegiar las entradas temáticas.
Un diccionario de este tipo sólo podía ser fruto de un trabajo colectivo. Por ende, es un verdadero equipo, internacional por supuesto, constituido por una decena de personas, que realizó el presente diccionario. Aun cuando se hayan formado en universidades o centros de investigación de América del Sur y del Norte, de Europa, África y Asia, los autores van más allá del marco del mundo académico y fue nuestro deseo, desde el comienzo, que sus muy diversas experiencias de terreno emergieran a través de estos artículos. Así pues conviven en estas páginas un veterano de las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU y un diputado y militante ecologista, un disidente chino de Tienanmén y un politólogo acunado en la ortodoxia estadounidense de la Guerra Fría, un combatiente de las luchas antidictatoriales sudamericanas y un militante altermundialista. Sobre todo, al lado de aquellos de entre nosotros que 8 conocieron las luchas de poder clásicas de los años ’60 y ’70 y los feroces debates ideológicos que las sostenían, vienen a luchar jóvenes hombres y mujeres que han sabido desarrollar una sensibilidad por todo lo relacionado con los problemas del medioambiente, con las crecientes desigualdades y los nuevos modos de comunicación, y que no han dudado en poner sus ideales al servicio de los demás en regiones alejadas de su país de origen. Es también desde esta visión colectiva que elegimos no firmar los artículos en forma individual, como a veces se acostumbra hacer en este tipo de obra. Una lista de los autores con su biografía permitirá no obstante al lector saber un poco más sobre cada uno de nosotros.
En esta ocasión hemos redactado el diccionario en dos idiomas, español y francés, según las preferencias y características lingüísticas de los autores, y queremos destacar el notable trabajo de la traductora a cargo de la traducción de los artículos escritos en el idioma de Molière al de Cervantes. Por último, el trabajo editorial no menos notable del equipo de Le Monde Diplomatique/Chile que insufló a esta obra mucho rigor en su fase de producción y difusión, haciendo honor al trabajo realizado en su fase de redacción.
Arnaud Blin y Gustavo Marín