Los movimientos sociales existen desde los comienzos de la humanidad. Las primeras migraciones masivas ya constituían grandes movimientos sociales. Los levantamientos de los esclavos liderados por Espartaco contra el imperio romano o las grandes movilizaciones de campesinos durante la Revolución Francesa constituyeron también movimientos sociales que marcaron la historia. Por ello, la noción de movimiento social es un concepto amplio y, por lo tanto, difuso.
Suele vinculársela con la noción de sociedad civil, buscando distinguirla de las empresas y el Estado. En los tiempos modernos, los movimientos sociales también buscan diferenciarse de los partidos políticos, de las iglesias o de otras corrientes religiosas. A pesar de ello, muchos están muy vinculados y apoyados por esas mismas instituciones. En general, un movimiento social es masivo: abarca a miles, centenas de miles o millones de personas. Los liderazgos suelen surgir dentro de estas dinámicas sociales y jugar un papel importante, pero por lo general resultan efímeros. La permanencia de estos movimientos es extremadamente variable: algunos duran sólo días, otros, semanas o meses, mientras que otros pueden extenderse por muchos años. Por ejemplo, los movimientos sociales constituidos por los sudafricanos contra el Apartheid duraron varias décadas.
En general, los movimientos sociales se desarrollan dentro de un marco nacional, pero otros se dan en un marco mundial y algunos vinculan la dimensión nacional con la dimensión mundial. El movimiento anti Apartheid antes mencionado, por ejemplo, estaba liderado principalmente por quienes luchaban dentro de Sudáfrica contra el régimen, pero había generado también una gran vinculación con otros sectores y otros grupos de apoyo en todos los continentes, particularmente en EEUU y Europa. Hay otros movimientos sociales marcadamente mundiales, aun cuando se refieran a alguna problemática nacional. Un ejemplo de ello fueron los movimientos sociales pacifistas en contra de la guerra en Vietnam. Las razones que impulsan la existencia de estos movimientos pueden ser tanto éticas como políticas o ecológicas. Muchos pueden estar inspirados por un gran líder o personalidad emblemática, como fueron Gandhi o Martin Luther King, pero en general se trata de movimientos que incorporan a muchos actores y van más allá de la frontera de un país, aun cuando adopten con frecuencia diferentes características regionales. Tal es el caso, por ejemplo, del movimiento por los derechos de las mujeres, del movimiento por las libertades sexuales, el movimiento de los pueblos indígenas o el movimiento por la reivindicación de derechos a la tierra. Todos ellos tienen dimensiones mundiales, pero son muy diversos. Unos están más o menos organizados que otros, pero por lo general no tienen un polo central de comando. Algunos son marcadamente políticos y reivindicativos. Quizás uno de los más significativos de este tipo haya sido el movimiento sindical, desde fines del siglo XIX y comienzos del XX. Después fueron apareciendo muchos movimientos como los ecologistas, donde las ONGs jugaron un rol de organización y de coordinación a nivel global. Otros movimientos son más de carácter cultural, especialmente los liderados por grupos musicales muy conocidos.
En los últimos años han aparecido también los llamados «nuevos movimientos sociales», que son por ejemplo los Indignados en España y Grecia, producto de la crisis en Europa. Pero esto también se ha manifestado en otras regiones. Por ejemplo, de una manera similar a los Indignados, aunque con una característica más propia a la cultura estadounidense, apareció el movimiento Ocupy Wall Street, que tiene otros ejemplos o émulos en otras regiones del mundo pero que son principalmente movimientos del Norte. Un movimiento muy importante que apareció recientemente fue la denominada Primavera Árabe, marcada por la revolución tunecina y egipcia y por movimientos en otros países del Magreb y del Mashrek. Hay movimientos que, aunque aparezcan muy localizados en distintos países, tienen una vinculación entre ellos: se trata principalmente de los movimientos de los jóvenes estudiantes por los derechos a la educación en Chile, Quebec, Colombia o México. Estos movimientos, que están en general dinamizados por los sectores más jóvenes, se apoyan en las nuevas redes de comunicación -sobre todo en Internet y redes como Facebook, Twitter y otros sistemas de comunicación por teléfonos celulares- que permiten una comunicación mucho más horizontal, más fluida y al mismo tiempo con nuevas formas de eficacia social.
Quizás lo que más caracteriza a estos “nuevos movimientos sociales” es el distanciamiento que tienen con los liderazgos políticos y con los sistemas políticos. Aparece allí un abismo entre la práctica de los movimientos sociales y sus representantes en los sistemas políticos vigentes. Esto es evidente en los niveles nacionales y las instituciones propias al Estado-nación, pero también se manifiesta a nivel mundial porque no existen hoy representaciones políticas transnacionales de esos movimientos.
Es por eso que los movimientos sociales expresan principalmente un sentimiento de rebelión. Muchos buscan cambios de la manera más rápida posible, pero se mantienen dispersos y no son capaces de consolidarse en cambios de regímenes políticos ni de inventar una nueva institucionalidad. Éste es quizás uno de los mayores desafíos para la gobernanza mundial de nuestros días: poder articular estos movimientos sociales con los nuevos actores políticos institucionales que permitan superar las crisis y darle más consistencia a los cambios y a las transformaciones de los sistemas de gobernanza, no sólo a nivel nacional, regional o continental, sino también mundial.