Albert Einstein tenía sólo 25 años cuando escribió el artículo donde delineó la famosa Teoría de la Relatividad. Gandhi tenía 25 años cuando participó en la fundación del Natal Indian Congress, que organizó a la comunidad india en Sudáfrica como una fuerza política homogénea para participar en la lucha contra el Apartheid, antes de volver a la India y luchar por la libertad y la independencia de su país. El Che Guevara tenía 28 años cuando se sumó al movimiento revolucionario por el derrocamiento de Batista y por la revolución cubana. Nelson Mandela tenía alrededor de 30 años cuando ya era un líder recorriendo las distintas ciudades y zonas rurales de Sudáfrica en la lucha contra el Apartheid. La juventud, por lo tanto, tiene experiencias que le son propias y ha sabido expresarse a través de sus líderes[ref]Youth and World Governance. Anugraga John. Proposal Papers Series. Forum for a New World Governance. http://www.world-governance.org/spip.php?article583[/ref].
La juventud también constituye el sector más amplio y dinámico de los nuevos movimientos sociales que han surgido en las últimas décadas. Identificar quiénes son jóvenes desde el punto de vista estadístico y demográfico es una tarea para la que no existe un criterio único: según las Naciones Unidas, son jóvenes quienes tienen entre 15 y 24 años de edad; los países organizados en el Commonwealth identifican a los jóvenes como a los que tienen entre 15 y 29 años; en la India y en muchos países africanos y de América Latina, el rango de las edades de los jóvenes se extiende entre los 15 y los 29 años; por último, en algunos países del sudeste asiático, como Malasia por ejemplo, puede considerase joven aún el que tiene 40 años.
En cualquier caso, hay más de 1.700 millones de habitantes del planeta que tienen entre 15 y 24 años de edad según las estadísticas de las Naciones Unidas. Eso significaría que aproximadamente el 45 ó 50 % de la población mundial tiene entre 15 y 30 años y, en algunos países del Sur, los sectores juveniles representan más del 60% de la población.
Lo singular de estos últimos años es que los movimientos sociales más masivos y más importantes han estado marcados por una presencia multitudinaria de jóvenes, principalmente los movimientos ecologistas o los movimientos por la paz. Muchos movimientos sociales recientes como los Indignados en España o en Grecia, así como los movimientos de estudiantes en Chile, México, Colombia y Quebec son actores presentes en los cambios sociales y políticos de la actualidad. Al mismo tiempo, los jóvenes son también mayoritarios entre los combatientes de las guerras en curso y no se puede olvidar el hecho de que los 19 militantes de Al Qaeda que ejecutaron los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington también eran jóvenes.
En todo caso, los jóvenes constituyen el grueso de los movimientos por los cambios, tanto en la esfera política como en la esfera cultural. Y los movimientos sociales que han marcado los grandes acontecimientos de los últimos ‘50 años han sido movimientos juveniles como Mayo del ’68 o los jóvenes alemanes que derrumbaron el Muro de Berlín en noviembre de 1989.
Los jóvenes de hoy tienen una particularidad muy singular en la historia: son las primeras “generaciones digitales”, esto implica otro modo de relacionarse con el tiempo y el espacio (valga decir otra cosmovisión), otro acceso a la información, una vinculación social en forma de redes, otra concepción de lo público y lo privado y otras capacidades desarrolladas (simultaneidad de tareas, filtro de información, relativizacion de las verdades “objetivas”, capacidad de producir información, etc.). Todo esto muy probablemente resulte en modos de vida y de pensamiento marcadamente diferente a las generaciones anteriores. Tarde o temprano se empezará a notar ese cambio en las maneras de concebir lo político, lo social.
Todos los movimientos juveniles son por esencia efímeros y no logran consolidar de manera durable los cambios que reclaman. Los jóvenes son portadores de nuevas energías, de nuevas ideas y de un gran compromiso con las grandes causas justas de la humanidad. Hoy no pueden ser considerados sólo como líderes del mañana. Por el contrario, muchos líderes juveniles se consideran los dirigentes del presente. Un diálogo intergeneracional entre las personas de 50 a 70 y más años, con mayor experiencia, y las nuevas generaciones de 15 a 40 años es indispensable para generar un diálogo virtuoso de aprendizaje mutuo para enfrentar los grandes cambios políticos que requiere la construcción de una nueva arquitectura de la gobernanza mundial. El círculo virtuoso entre la energía joven y la sabiduría de los mayores es uno de los recursos más antiguos de las sociedades para salir adelante en tiempo de crisis, de conflictos agudos y grandes peligros. Quizás lo que más se necesitaría hoy en día es que los jóvenes no sean sólo jóvenes, sino que sean también pensadores y actores de las transformaciones sociales, políticas y culturales que el mundo precisa.